2 de septiembre de 2024

100 años de Don Ramón: sus dolorosos días en el último viaje a Perú

¡Feliz 100 años, Don Ramón! El 2 de setiembre de 1924, un día como hoy que escribo este post, nació Ramón Antonio Esteban Gómez Valdés Castillo, simplemente Don Ramón, El Peterete, Monchito o Seu Madruga. La eterna figura que representó la versatilidad de los padres latinoamericanos por sacar adelante a sus familias, adoptando múltiples oficios, en medio de las necesidades, sin nunca perder el humor.

Foto de Don Ramón al llegar a Lima, en 1988. Su expresión disimula los malestares que lo aquejaban desde su parada en Bogotá.

Del libro "Con permisito, dijo Monchito" (2021), escrito por su hijo Esteban Valdés Julián, tomo cómo pasó su último viaje al exterior de México, que realizó al Perú, en 1988, donde empezó a “perder por completo la sensibilidad y movilidad de sus piernas”. 

Ese año, Don Ramón vino a Lima para quedarse un mes y medio, a fin de presentarse con su circo y hacer comerciales de televisión. Pero solo estuvo unos días, tiempo en el que grabó el siguiente comercial para turrones San José. Cuenta su hijo que los empresarios le hicieron firmar un contrato por 3 mil dólares. Pero cuando se enteró su representante, su hermano Toño, logró que firme por 7.500 dólares, pues era lo que correspondía a la figura que ya era a nivel de todo el continente.


Fue a poco de llegar a Lima que Don Ramón perdió “por completo la sensibilidad y movilidad de sus piernas”. Según el libro, consultó a un médico quien, tras ver las radiografías y “unas manchas oscuras” en cadera y espalda, le diagnosticó "osteoporosis de grado avanzado". Al llegar a México, los resultados indicaron que las manchas era metástasis.

Don Ramón también vino al Perú para participar en una campaña que aleje a los jóvenes de las drogas y recaudar fondos. ¡Su música favorita!: Los Cuñaos 4 de Venezuela, Chuck Magione, Celia Cruz, Tito Rodríguez, Los Creedence, entre otros.

Libro escrito por Esteban Valdés Julián


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14 de abril de 2024

Recomendaciones caseras y prácticas para cuidar tus libros y biblioteca

 “Mi tesis es que hay más posibilidades de leer un libro si lo tienes en casa que si está en una librería”, Mario Vargas Llosa en El héroe discreto.


Quienes amamos los libros, sabemos que no hay cuidado exagerado para esos acompañantes que vamos juntando a fin de formar nuestra biblioteca personal. Para quienes nos sentimos verdaderamente en casa solo donde están nuestros libros.

Por ello comparto algunas recomendaciones prácticas, básicas y caseras sobre cómo podrías cuidar esa biblioteca y hacer que los libros que nunca lees, pero aprecias y te acompañan podrían durarte más tiempo. Estos son algunos consejos del taller de conservación preventiva al que asistí en la Casa de la Literatura Peruana, dictado en abril del 2024.

Mobiliario


Es preferible tenerlos en estantes de metal con pintura antioxidante y anticorrosiva. Aunque los de madera también son útiles, es mejor si son resistentes a las termitas, lo que no sucede con el triplay. En el caso de los libreros de madera, se puede poner papel blanco entre el librero y los libros, como máxima recomendación.

¿Estantes con protectores de vidrio para protegerlos del polvo? No se recomienda pues pueden originar microclimas de humedad. En todo caso, podrías dejarlos con una abertura para la ventilación.

¡No dejes encerrados a tus libros!

Clima


Los libros, como las personas, pueden padecen los cambios extremos de humedad, es decir si pasan de climas muy húmedos a muy secos, con mucha frecuencia, lo cual no ayuda a su conservación y acelera su deterioro.

No obstante, la humedad alta de Lima, sobre todo en distritos cerca al mar, como Barranco, Miraflores, Magdalena y San Miguel, es inevitable. Existen en el mercado deshumedecedores de varios precios, sobre todo para temporadas extremas como invierno. También es posible poner termohigrómetros, como en los museos, para medir la humedad y temperatura.

En cualquier caso, la ventilación es fundamental. Prioriza colocar tus libros en un lugar con ingreso y salida del aire.

Ubicación


En sintonía con el punto anterior, la ubicación de la biblioteca o librero respecto a la casa también es importante. Prioriza que no esté cerca a lugares húmedos, como el baño, tanques o las tuberías internas de la casa. De preferencia, lo más lejos posible. De la misma, si la casa está junto a una fábrica, una avenida por donde pasan muchos vehículos o una cochera: el humo de los carros y la antigüedad del parque automotor, sobre todo en Lima, podrían afectar los libros. Para ello, podrías considerar la ubicación de los libros respecto a la ventana exterior y/o usar cortinas, filtros o protectores.

Ventana con filtro

Luz


La exposición directa y constante a la luz origina que las hojas de los libros cambien de color, sobre todo en los bordes, donde es recurrente el desvaneciendo de la coloración. Para ello, además de la direccionalidad de la luz, debemos priorizar usar luz led, que genera menos incidencia para evitar la descoloración, o fluorescente, pero no la luz amarilla.

Grapas, clips, tinta


No es recomendable usar las grapas para separar las hojas del libro, pues se oxidan o corroen y dejan manchas y queman el papel.

En el caso de los clips, evitar los de metal y priorizar con forro plástico, sin embargo, de todas formas, es preferible poner un pedazo de papel blanco o cartulina entre el papel y el clip. No obstante, solo usarlos si es necesario, pues tienden a deformar las hojas.

La tinta y resaltadores son agentes de deterioro… ¡Pero no importa si la tinta es de la firma del autor o autora dedicándote el libro! No obstante, si quieras hacer anotaciones, mejor usa un cuaderno.

 

La única tinta que debería tener tu libro.

Visitantes indeseados


Jamás comer cerca o en la biblioteca, pues los restos de comida atraen agentes biológicos. Sí, tomar café mientras leemos es placentero, pero si lo haces, que sea con extremo cuidado. Sin embargo, si pasó un descuido y le cayó un líquido a esa novela o ensayo, puedes poner una hoja entre las que estén mojadas para que atrape la humedad e ir retirándolas cada cierto tiempo, hasta que estén secas las hojas afectadas. Recuerda, si un libro está mojado por más de 48 horas, empezarán a aparecer hongos.

Pero, si por un tiempo prolongado dejaste de pasar trapo y abrir la ventana, empezarán a aparecer termitas o “peces de plata”, estos últimos van carcomiendo el papel poco a poco, aunque sea imperceptible. No olvides que estos agentes prevalecen en ambientes húmedos, oscuros y sucios. Pasa trapo y abre la ventana.

"Peces de plata"


Es posible la limpieza con aspiradora, de preferencia con filtro HEPA y regulador de potencia (la más baja posible al pasar por los libros).


Uso y reúso


¿Forrar los libros? No es recomendable, salvo sea un libro que pasará entre muchas manos y estará en peligro de deterioro, como en una biblioteca pública. Al forrarlos se origina un microclima en el libro, que, en ambientes extremos, calor o humedad, los afecta.

Es recomendable almacenarlos de forma vertical (parados) y no ponerles encima otros ejemplares en horizontal (echados), pues se afecta la encuadernación. Y si se guardan en horizontal, es referible alternar la posición (un libro mirando a la izquierda y otro a la derecha), para no afectar los lomos.


Encuadernación del libro


Y, cuando los va a usar, al sacarlos del librero, evita jalarlos del lomo y, en su lugar, usa ambas manos para sacarlos del lomo, con una mano, y de la zona delantera, con la otra mano. Asimismo, al trasladarlos, jamás lo hagas en inmensas columnas.

 

Nunca es tanto el cuidado


Existen guarda libros que se pueden hacer artesanalmente, con materiales especiales. Así como guardarlos en cajas. Esto, claro, para libros muy preciados.

También puedes comprar sujetadores de libros para que sean consistentes si los ponemos en forma vertical.

Otros peligros inherentes a la vida son los sismos o incendios. En el primer caso, sujeta bien los libreros a las paredes, tanto en la base, como en la parte superior, con doble soporte a la pared. En el segundo caso, un extintor, siempre es importante.

 

Plus: video de cómo limpiar los libros en mi cuenta de YouTube, por cortesía de un compañero que grabó. Límpialos de adentro hacia afuera, para evitar rasgaduras, tanto la portada, como la unión de las primeras hojas y portada.


Quienes amamos los libros sabemos que no hay cuidado exagerado. Recuerda que el deterioro de los libros también puede afectar nuestra salud. Una recomendación final es tener un inventario de tus libros (título, autor, año, edición, otros datos). Y, si tienes un libro que ya no aprovecharás, recircúlalo a quien sí podría leerlo, tanto en una venta de segunda o garaje o donación. Siempre habrá alguien esperando por sumergirse en esas hojas de aventuras o conocimiento.


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31 de julio de 2022

El universo de Gabriel García Márquez en sus lectores

Este 2022, se cumplen 40 años desde que Gabriel García Márquez recibió el Premio Nobel de Literatura en 1982.

Foto: Centro Gabo

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El inca Túpac Yupanqui perdió el sentido de la mesura cuando, estando en las costas del Pacífico, entre los actuales límites de Perú y Ecuador, entre 1460 y 1470, según cálculos de los historiadores, vio un navío que llegaba desde unas tierras lejanas. Sin espacio para la duda, ordenó preparar barcos, provisiones y junto a 20 mil soldados emprendió la osada marcha, obsesionado por dominar el mar. Después de nueve meses, retornó de las ínsulas de Oceanía, lugar al que visitó antes de los europeos y en donde perdura la leyenda de la llegada de un rey cobrizo que era hijo del sol, según narraron los cronistas. Tiempo después, en una nueva campaña por América, buscó llegar al final de la tierra cuando, recorriendo el actual territorio de Chile, marchó hasta donde todo lo que seguía era el mar.

Muchas historias en América Latina, como la de Túpac Yupanqui, esperan a un narrador que las convierta en relatos que nos admiren como habitantes de esta parte del mundo. Escritores que influidos por Gabriel García Márquez recojan esos insumos y los conviertan en cuentos, poemas y novelas que nos ayuden a entender nuestra naturaleza para ser capaces de entenderla, defenderla y valorarla.

“No hemos tenido un instante de sosiego”, mencionó Gabo en 1982 durante su discurso de recibimiento del Premio Nobel de Literatura, al referirse a los constantes sucesos que rompen la tranquilidad de América Latina, “esa patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas, cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda” y donde abundan las “noticias fantasmales”.

La realidad no ha cambiado: reflexionan los analistas que en nuestros países nunca te aburres, así no tengas la más variada aplicación de streaming de video, ya se por falta de presupuesto o de servicio eléctrico. En noviembre de 2020, cuando la pandemia por el covid-19 llenaba hospitales y morgues, una crisis política en Perú, ocasionada por sus ilustres políticos, nos empujó a una mágica realidad gracias a la cual tuvimos tres presidentes en menos de una semana, como 50 años antes pudimos leer en el realismo mágico de Cien años de soledad o La mala hora, por mencionar a dos ejemplos, que están llenos de hojas que hierven de rebeliones y enfrentamientos por el poder. 

Son muchas las referencias que podríamos relacionar entre las historias escritas por García Márquez y lo que vivimos en nuestra América. No es coincidencia, entonces, y hasta podría ser una conclusión válida que Gabo se nutrió de nuestra vida política, social y cultural para crear su universo de personajes que hasta sin haberlos conocido o que vivieron muchos años después están perfilados en las páginas de sus libros. O cómo explicamos que en Túcume, un pueblito costeño al norte del Perú, en la región Lambayeque, haya existido Santos Vera, un ser venerado, de la magnitud de la Mamá Grande en Macondo, que a su muerte mereció canciones, un museo y hasta fue víctima del robo profanatorio de su cráneo, pues así se quería adquirir su sabiduría, que en vida lo llevó a sanar enfermos, curar males y predecir el futuro desde la brujería y la chamanería.

Mi abuelo gustaba dedicar las tardes de sus últimos años de vida a construir objetos únicos y prácticos, que despertaban la curiosidad en la calle, como cuando armó un bastón que en dos movimientos se convertía en una silla. El llamativo invento, que nos aseguraba haber visto entre sus sueños, lo usaba solo cuando visitaba a mi abuela en el cementerio, y aunque se justificaba que así podía descansar de la larga caminata, todos sabíamos que no era más que para seguirla impresionando. Fue la muerte de mi abuela, justamente, el motivo inesperado que desencadenó la distancia de nuestra numerosa familia, compuesta por seis hijos y muchos nietos, que, hasta entonces, con su sola presencia, era capaz de mantener unida en almuerzos y reuniones sin fin. Víctor y María, los nombres de mis abuelos, eran dos seres que probablemente nunca leyeron a Gabo, pero que viven en personajes como José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán, quienes, como otros seres del universo de Gabriel García Márquez, poseen características de las personas que nos rodean o están en nuestro día a día.

Sus personajes y acciones son los que vemos con nosotros y que Gabo supo plasmar en las historias que hicieron de nuestra América un continente menos impredecible.

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7 de marzo de 2022

¿Cómo se paga por los servicios de saneamiento en las zonas rurales del Perú?

Dos presidentes de las organizaciones comunales encargadas de brindar los servicios de saneamiento en las zonas rurales del Perú, también conocidas como juntas administradoras de servicios de saneamiento (JASS), explican la importancia de la cuota familiar, el aporte que sus asociados realizan cada mes para cubrir los gastos por los servicios de agua y alcantarillado de su comunidad. 



“Ese pago sirve para comprar cloro, que garantice un agua más segura. Hacer trabajos de mantenimiento del sistema, una rotura. Porque a veces se malogran los tubos, también para pagar a una persona encargada que vea los desperfectos que hay, los sanee. Cualquier desperfecto que haya, también se paga a esa persona. El pago que se hace por usuario de dos soles mensual”, indica Isaías Chuquicahua Requejo, presidente de la junta administradora de servicios de saneamiento (JASS) Yanapaccha, ubicada en la provincia de Cutervo, región de Cajamarca, en la sierra norteña del Perú, sobre la cuota familiar, que cada mes aportan sus asociados para cubrir los gastos de los servicios de agua y alcantarillado de su comunidad. 

Así como en Yanapaccha, miles de personas en las zonas rurales del país realizan este pago para recibir el servicio de agua segura, es decir, agua debidamente desinfectada, previniendo así enfermedades diarreicas agudas, desnutrición y anemia. Sin embargo, para que este pago sea justo y preciso, las organizaciones comunales deben aprender a calcular su valor.

“En nuestra JASS Florida Baja, la cuota familiar es de 15 nuevos soles cuando consumimos de 1 metro cúbico hasta los 7 metros cúbicos. Pero si nos pasamos de los 7 metros cúbicos, la cuota familiar cuesta 2.5 cada metro cúbico. La cuota es muy importante porque nos permite ser responsables y cumplir con lo establecido en el plan operativo anual. También nos permite cubrir algunos gastos que se toman como acuerdos en las asambleas generales”, sostiene Sayra Rafael Montoya, presidenta de la JASS Florida Baja, ubicada en el distrito de Laberinto, región de Madre de Dios.

En Laberinto como en Yanapaccha, se aplica la metodología para el cálculo de la cuota familiar aprobada por la Sunass, que propone que el valor de la cuota se fijará de acuerdo con el plan operativo anual, donde determinan qué mejoras van a realizar, a cuántas personas van a brindar el servicio, si presentan morosidad, entre otros.

Con un adecuado cálculo, la cuota familiar les permitirá cubrir los costos de las actividades de administración, operación, mantenimiento, reposición de equipos y rehabilitaciones menores, a fin de garantizar la sostenibilidad de la prestación de los servicios. Uno de los principales gastos es la compra de cloro y el pago para el operador de los sistemas. El valor de la cuota familiar se calcula cada año.

“Al operador se le paga por cualquier desperfecto que haya, se le paga para que lo arregle 10 soles. Lo que mayormente se malogran son las tuberías, ya tenemos comprados nuestros tubos y cuando hay rotura de tubo de ahí cogemos y se repone, a veces se malogra las llaves, también tenemos llaves compradas en almacén para cualquier desperfecto que haya”, refiere Isaías Chuquicahua Requejo, presidente de la JASS Yanapaccha.

¿Pero, cómo se realiza este aporte? Sayra Rafael nos precisa que, en su comunidad, los asociados deben acercarse a la oficina de la tesorera. Y, luego, para transparentar los gastos, realizan una rendición de cuentas a los asociados en asamblea general.

“Todos los socios realizan el pago mediante un recibo y deben acercarse a la oficina de la tesorera. Los días de cobro son los 10 de cada mes. La rendición de gastos o cuentas se hace cada tres meses mediante una asamblea general extraordinaria. Dentro de nuestra JASS Florida Baja evitamos la morosidad de nuestros socios porque si los socios no pagan en la fecha establecida, pasada la fecha deben pagar un sol diario de mora”, precisa Sayra Rafael Montoya, de la JASS Florida Baja.

Sayra Rafael Montoya, de la JASS Florida Baja (Madre de Dios)


En julio de 2018, la Sunass aprobó la metodología para fijar el valor de la cuota familiar por la prestación de los servicios de saneamiento brindados por organizaciones comunales, mediante la Resolución de Consejo Directivo N°028-2018-SUNASS-CD.

A partir de entonces se realizan talleres de capacitación a las organizaciones comunales para aplicar dicha cuota y dar sostenibilidad a sus servicios de saneamiento.

Dory Saldaña, ingeniera que trabaja en el área técnica municipal (ATM) de la comuna de Cutervo, en la región de Cajamarca, explica que, como sucedió con la JASS Yanapaccha, así como otras de su distrito, se realizan capacitaciones para promover la metodología para establecer la cuota familiar.

“Nosotros también, como ATM, salimos a las diferentes comunidades, diferentes JASS y también les apoyamos con el cálculo de la cuota y de acuerdo con el plan operativo anual que tiene cada JASS”, declara Dory Saldaña.

La cuota familiar permite mantener el buen estado de los sistemas de agua y alcantarillado, lo cual asegura la provisión de agua segura y evita enfermedades como la anemia, desnutrición, parasitosis, COVID-19, entre otros, para el progreso y la calidad de vida de la población rural del país.

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17 de enero de 2022

La historia del agua para consumo humano en el Perú

El 2021, el Perú conmemoró sus 200 años como República. Sin embargo, la historia del uso del agua para consumo humano se remonta desde la aparición y el desarrollo de las primeras culturas autóctonas hasta la actualidad. ¿Cómo se abastecieron los incas cuando no existían tuberías de agua? ¿Sabías que cuando se inauguró la llegada del agua a la Plaza de Armas de Lima, en 1578, hubo una fiesta popular y el alcalde derramó puñados de monedas desde las ventanas del cabildo? ¿Cuándo se fundó la primera planta de potabilización del agua en Lima?





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Lo primero que hizo el inca Túpac Yupanqui, el Resplandeciente, tras retornar al Cusco, luego de un prolongado viaje, fue visitar su Tambomachay, el templo del Tahuantinsuyo construido para rendir culto al agua. Había estado muchas veces ahí, pero siempre se impresionaba por sus muros y terrazas, levantados con piedras robustas pero labradas con fineza y perfectamente ensambladas, producto del trabajo y conocimientos de los más expertos arquitectos incas.

Además, el agua que llegaba desde los manantiales y circulaba por los acueductos le recordaba el origen de todo lo maravilloso que surgía de la tierra y existía en el Tahuantinsuyo.

Entonces, le pidió a su séquito y generales dejarlo solo. Dio unos pasos, acarició las piedras de los acueductos y sintió su fineza que solo experimentaba al tocar la lana de sus vestidos. Luego se inclinó y colocó su mano en la corriente de agua. Sintió su poder transformador, la bendición de los dioses, la vida en su estado más natural. Siguió con la mirada a la corriente de agua y vio que continuaba por una red de canales subterráneos hacia un pozo de piedra. Ahí, como lo hacía en su niñez, volvió a imaginar cómo surgieron sus antepasados desde el lago Titicaca: el origen de todo.




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Tambomachay está ubicado en el Cusco y es considerado un lugar incaico de culto al agua (1). Los incas (aprox. 1438 – 1535 d. C.), como muchas civilizaciones andinas anteriores a ellos, concebían al agua como un ser vivo, divino, creador y transformador (2).

De hecho, muchas leyendas o mitos andinos y amazónicos tienen relación directa con el agua. No en vano, fue en el lago Titicaca donde Wiracocha creó el mundo y desde donde surgieron los primeros incas.

“El acceso al agua y por ende al riego fue tan importante en el ámbito andino como el acceso a la tierra. Los mitos y leyendas narran episodios sobre el inicio de los canales hidráulicos en un tiempo mágico, cuando los animales hablaban (Avila 1966). Las fuentes o puquio surgieron por rivalidades entre célebres huacas que se retaron para medir sus poderes, y orinaron en varios lugares dando lugar a que brotasen manantiales (AAL, Documentos sobre la idolatría). El mar, los lagos, las fuentes fueron venerados por pacarina o lugares de origen de numerosos grupos étnicos. Las lagunas eran consideradas como manifestaciones del mar y origen del agua en general (Sherbondy 1982)” (p. 301), refiere María Rostworowski (3), una de las principales historiadoras del Perú.

Además, muchos templos religiosos, como el principal de la cultura Chavín (1200 a. C. – 200 a. C.), se levantaron en la confluencia de ríos. Y, aún hoy, se celebran fiestas de culto al agua, como la que se realiza en San Pedro de Casta, un pueblo en la sierra de Lima, que ya se practicaban antes de la expansión de la cultura inca en la zona.

Paul Pérez (4), en un artículo sobre canales y abastecimiento de agua, refiere que: “Desde tiempos antiguos, el agua no solo fue vista como un mero recurso para el regadío de cultivos, sino también como un eje de ordenamiento étnico en los valles (Rostworowski 1978, 51). Así pues, basándose en las crónicas, la autora en referencia ubica a curacazgos y señoríos asentados antes de la llegada de los españoles en el territorio de lo que hoy conocemos como Lima Metropolitana. Por otro lado, se ha encontrado que existe una relación entre las conexiones hidráulicas subterráneas y los antepasados; así, por ejemplo, en el lago de Choclococha, se contaba que un antepasado construyó un canal subterráneo que llevó el agua a los pueblos aledaños (Sherbondy 1982, 10). También se menciona que los Incas, en momentos críticos, reorganizaron sus tierras y aguas a lo largo de su historia. Una de estas reorganizaciones se efectuó con base en la sistematización en los ceques. Por lo tanto, las fuentes de agua llegaron a ser huacas principales y fueron incorporados al sistema de ceques como tal”.

En la actualidad, muchas localidades del Perú continúan aprovechando la ingeniería hidráulica desarrollada por culturas autóctonas como Chavín, Nasca, Mochica, Chimú, entre otras, y que fue perfeccionada y expandida por los incas, tanto para la agricultura como para el consumo humano. Por ejemplo, las qochas o reservorios, que almacenan el agua de lluvia; los canales de riego que conducen esa agua; o los camellones o waru waru, que aprovechan el desborde de los ríos y el aumento de los niveles de los lagos. Igualmente, se continúan practicando técnicas de siembra y cosecha de agua, como las amunas, que constituye una técnica ancestral de recarga del agua y favorece al consumo de agua en algunas ciudades (5).

“El agua es, ciertamente, un elemento que activa la reproducción de los principios comunitarios que rigen la vida social. Las actividades en torno al agua generan vínculos sociales, no sólo a través del trabajo, también en relación con las fiestas y ceremonias; refuerzan la cohesión del grupo social. Muestra de ello son también las labores relacionadas a la limpieza de los canales de riego (…). Al finalizar la tarea, se come, bebe y baila durante toda la noche. El trabajo colectivo (minga) y la ayuda mutua (ayni) garantizan, pues, el mantenimiento y conservación de los sistemas hidráulicos comunitarios”, refiere Mailer Mattié (6), en su artículo “Región andina: los Andes, una cultura del agua”, sobre las relaciones que se establecen entorno al agua, antes y en la actualidad.





“Agua del pozo para regar”, según dibujo de Felipe Huamán Poma de Ayala (1534-1615).




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“Cuando fundó Pizarro la ciudad, tenían los vecinos que ocupar un doméstico para que, en grandes cántaros de barro, trajese del río al hogar el refrigerante e imprescindible líquido”, refiere Ricardo Palma (1833-1919), escritor tradicionista en su texto “Los aguadores de Lima”, que recoge Wilfredo Kapsoli (7), en el que describe a quienes debían trasladar el agua en las primeras ciudades, aún sin tuberías, que iban siendo fundadas por los españoles tras la caída del Tahuantinsuyo.

Lima, actual capital del Perú, fue fundada el 18 de enero de 1535 por Francisco Pizarro y elegida su lugar definitivo de establecimiento por, entre otros motivos, sus buenas condiciones como poseer abundante agua que llegaba por el río Rímac.

“Tan luego como la trata de negros se generalizó, las personas acomodadas quisieron consumir mejor agua que la del cauce del río, y mandaban un esclavo, caballero en un asno, que sustentaba un par de pipas, a proveerse de agua clarísima de la Piedra Lisa y de otras vertientes vecinas a la ciudad”, añade Palma (7) e indica que los aguateros “se anunciaban con el tintineo de una campanilla” que sonaba a cada paso de su asno o mula.

Algunas acuarelas de Pancho Fierro (1809-1879), pintor peruano, nos grafican cómo eran los aguateros, generalmente afrodescendientes y siempre acompañados de sus cántaros de madera y animales de carga que usaban para trasladar el agua hasta las casas de los primeros vecinos de Lima.



Acuarelas de Pancho Fierro sobre los "aguateros"


Según los registros, el consumo del agua tras la caída del Tahuantinsuyo se realizó desde el cauce de los ríos, como el Rímac (o de sus bocatomas) en Lima o el Chili en Arequipa, hasta que se empezaron a construir acueductos y cañerías que llevaban agua desde La Atarjea hacia pilones y pilas establecidos en la Plaza de Armas, en el caso de la capital, y luego en conventos y casa de autoridades.

Lilia Córdova (8), en un artículo titulado “Entre aguateros y camiones: la historia del agua en Lima” (2014), refiere que: “aunque hoy parezca increíble, hasta 1552 los limeños tomaban agua directamente de las orillas del río Rímac. A partir de ese año las autoridades empezaron a buscar otras fuentes de agua limpia, como los manantiales de La Atarjea, donde, en 1563, se construyó el primer acueducto para dotar de agua a la pileta de la Plaza de Armas y algunos conventos. Casi tres décadas después, el agua llegó a dichos lugares”.

Fue el 15 de enero de 1552 que el Ayuntamiento trató por primera vez de iniciar las obras para utilizar el agua limpia de los manantiales de La Atarjea, indica un libro editado por Sedapal (9), la empresa de agua de Lima, y redactado por Manuel Valencia Carpio.

El historiador Juan Luis Orrego (10) cuenta que “fue durante el gobierno del virrey Conde de Nieva que se decidió aprovechar los manantiales o puquios de La Atarjea, lugar pantanoso situado a 6 kilómetros de la Plaza de Armas, al pie de los cerros Santa Rosa y Quiroz. La inversión fue de 20 mil pesos para las excavaciones y tendido de cañerías de arcilla. Los trabajos se iniciaron en 1563, con la construcción del primer acueducto desde La Atarjea a la antigua pila de la Plaza de Armas y las de algunos conventos, como el de San Francisco. La obra se financió con la Contribución de la Sisa (“sisa”: impuesto o estanco). Este sistema de agua tenía una longitud aproximada de 12 kilómetros. Su recorrido se iniciaba en La Atarjea (donde, según dice, iba a bañarse La Perricholi). El sistema recorría la galería Tambo Real, seguía por el antiguo Camino Real, cruzaba Riva-Agüero, continuaba por la Puerta de Maravillas, Anchieta y el jirón Junín hasta dirigirse a la pileta de la Plaza de Armas”.

Orrego (10) agrega que cuando se inauguró la llegada del agua a la pila de la Plaza de Armas de Lima, el domingo 21 de diciembre de 1578, durante el gobierno del virrey Francisco de Toledo, hubo una gran celebración y hasta saludos de arcabucería. “Cuentan los documentos que hubo fiesta popular, presidida por el Virrey, música, baile y corridas de toros en la misma plaza. El alcalde de entonces, Juan de Cadalso Salazar, derramó puñados de monedas de plata desde las ventanas del Cabildo. Los gastos en las celebraciones ascendieron a 100 pesos de plata”.

Manuel Valencia (9) detalla que en La Atarjea se construyó un depósito que recibía en abundancia las aguas del manantial y recibió el nombre de Caja Real. “Era un edificio que encerraba entre paredes los manantiales donde se iniciaba un canal o acueducto de ladrillo y cal, abovedado, que en la ciudad se transformaba en una matriz principal formada por tubos de barro cocido, que terminaba en la pila de la Plaza Mayor”.

Hacia 1613, se tiene registro de 5 pilas públicas en Lima que abastecían a autoridades, iglesias y vecinos notables.

“Entre las instituciones que recibieron agua por primera vez tenemos: el Convento de San Francisco, el Convento de Santo Domingo, el Tribunal de la Santa Inquisición, el Monasterio de la Concepción, la Iglesia de San Pedro, el Convento de San Agustín, el Convento de La Merced, la Plazuela de San Marcelo, la Alcaldía, la Catedral y el actual Palacio de Gobierno. Como dato adicional, se puede mencionar que no existía restricción al consumo y el agua podía mantenerse corriente todo el día, como sucedía en las pilas y piletas públicas (Bromley y Barbagelata 1945, 42). Ahora bien, el frágil material de las cañerías ocasionaba que en muchos lugares se saliera el agua, lo que aumentaba la humedad del suelo y, asimismo, que el agua en las cañerías se contaminara por las acequias de la ciudad que se extendían en sus proximidades (Middendorf, 1974:416)”, señala Pérez (4).

Palma indica, en el artículo de Kapsoli (7), que “después que en 1650 se erigió, con gasto de ochenta mil pesos, la pila monumental, que aún perdura en la Plaza Mayor, se asociaron quince o veinte negros libertos organizando un gremio para proveer de agua a los vecinos, asignando el precio de medio real de plata por cada viaje. Un viaje de agua constaba de dos pipas”.

Sin embargo, con el paso del tiempo, la fundación de otras ciudades y el aumento poblacional estas infraestructuras y sistemas fueron insuficientes.


La Plaza de Armas de Lima a inicio de 1900, con la pila monumental, que se conserva hasta nuestros días.


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“Durante los primeros años de la república, los limeños siguieron haciendo uso de la primitiva red de distribución de agua, de las pilas y pilones públicos, del servicio de los ‘aguadores’ y de algunos pozos excavados dentro de los límites de la ciudad. Un hecho importante ocurrió en 1834 cuando, a través de un contrato suscrito con el gobierno de Orbegoso, el inglés Thomas Gill reemplazó las antiguas tuberías de arcilla por otras de fierro, en el tramo entre la Caja de Santo Tomás y la pila de la Plaza Mayor. Sin embargo, el empleo de estas tuberías recién se intensificaría en la segunda de este siglo”, indicó Orrego (10).

La proclamación de la Independencia del Perú, el 28 de julio de 1821, y el inicio de la etapa republicana del país significó el inicio de algunas obras que mejoraron y ampliaron el abastecimiento de agua para consumo humano.

Valencia (9) indica que durante el primer gobierno de Ramón Castilla se inició el mejoramiento de los sistemas de agua. “El 4 de abril de 1846 se publicó en el diario oficial El Peruano un aviso invitando a los interesados presentar propuestas para la construcción de tuberías que reemplacen al antiguo conducto colonial que abastecía de agua al puerto del Callao. Las tuberías podían ser de hierro, cal y ladrillo. Fue así que el 11 de noviembre de 1846 el Gobierno suscribió contrato con Guillermo Wheelwright, quien se comprometió a instalar cañerías que incluía conceder facilidades para la provisión de agua a casas particulares”.

Hacia 1850 se podían contabilizar 27 pilas y pilones que abastecían puntos importantes de Lima. Posteriormente, se promovió la construcción de reservorios y pozos de agua, la instalación de bombas y se ejecutan trabajos de ampliación en La Atarjea, según Orrego (10). Pérez (4) indica que recién en 1856 las cañerías de barro serían cambiadas por las de metal y Córdova (8) da cuenta que “en 1884, 150 mil limeños consumían 32 millones de litros de agua por día. Sin embargo, su calidad era pésima y causaba enfermedades estomacales”.

En 1893, Lima tenía una población de 115 mil habitantes, pero toda la ciudad no tenía cobertura (en El Callao se abastecían de un estanque). La población y las ciudades continuaron creciendo, por lo tanto, la demanda de agua para consumo humano y que sea de calidad, así como la disposición para el tratamiento adecuado de las aguas residuales.

“El agua proveniente de La Atarjea era producto de filtraciones, buena parte de la cual tenía su origen en acequias de regadío (como las del “río” Surco), y desde su captación, hasta su destino final, no tenía ningún tipo de tratamiento que la hiciera apta para el consumo humano. Para colmo de males, entre la población ni siquiera se había generalizado la costumbre hogareña de “hervir agua”, indica Orrego (10).

En ese contexto, el 19 de mayo de 1917, se inauguró en La Atarjea una planta de clorinación, la primera en el Perú. “Se empleó el sistema de aplicación directa del cloro gaseoso, instalándose la planta en una antigua casa de aforos, que se había construido a la salida de las aguas de La Atarjea” (9).

“En 1917, el alcalde del Concejo Provincial de Lima y presidente de la Junta Municipal de Agua Potable, Luis Miró Quesada de la Guerra, inauguró la primera planta de clorinación, lo que garantizó la purificación de las aguas. Inicialmente la población se mostró escéptica. El joven alcalde no se detuvo y mandó a ejecutar las obras. Sin avisar a los vecinos, se puso en funcionamiento la planta. De esta forma los desconfiados limeños se convencieron de que el agua no era dañina”, reseñó Córdova (8).

En adelante, además se fueron creando instituciones destinadas a mejorar su suministro, así como normativa para su ordenamiento, como la Ley de Saneamiento de 1920, que expropió todas las empresas de agua de la República y constituyó la Junta del Agua Potable de Lima. “Ese mismo año, la municipalidad entregó a The Foundation Company (empresa inglesa) la administración del servicio de agua potable para la ejecución de obras inglesas” (9).

Años después, en 1930, la Dirección de Obras Públicas del Ministerio de Fomento asume el control del servicio de agua en la capital.

En tanto, el 6 de setiembre de 1955, durante el gobierno de Manuel A. Odría, se suscribió un contrato con la Sociedad Degrémont de Francia para ejecutar, el diseño, equipamiento y construcción de la primera planta de tratamiento de agua en La Atarjea, que fue inaugurada el 23 de julio de 1956.

“Hasta el año 1962, los servicios de agua potable y saneamiento en Lima fueron provistos por, primero, el Consejo Superior de Agua Potable de Lima y luego por la Junta Municipal de Agua Potable de Lima. En 1962, nace la Corporación de Saneamiento de Lima (COSAL), que en 1969 se convirtió en la Empresa de Saneamiento de Lima (ESAL). Finalmente, en el año 1981, en una nueva restructuración se creó el Servicio de Agua Potable y Alcantarillado de Lima (Sedapal)”, indica Lidia Oblitas (12), en su libro “Servicios de agua potable y saneamiento en el Perú: beneficios potenciales y determinantes del éxito”.

En el ámbito rural, los servicios de saneamiento estuvieron a cargo de la Dirección de Saneamiento Básico Rural (Disabar) del Ministerio de Salud hasta finales de la década de 1980. “Según la Ley General de Saneamiento Básico Rural de 1962, la infraestructura construida se entregaba a las juntas administradoras, organizaciones comunales responsables de administrar y operar los sistemas. Disabar organizó sus actividades a través de 17 oficinas de saneamiento básico rural distribuidas por todo el país, que desarrollaron las actividades de promoción de la comunidad, construcción de la infraestructura y la posterior asesoría técnica y supervisión de las juntas. A fines de los años ochenta, estas oficinas pasaron a depender de las secretarías de asuntos sociales de los gobiernos regionales”, agrega Oblitas (12). Luego se estableció que, para el ámbito rural y de pequeñas ciudades, son las municipalidades distritales las responsables de promover los servicios de saneamiento.

El 12 de junio de 1981, mediante Decreto Legislativo n.° 150, se crea el Servicio Nacional de Abastecimiento de Agua Potable y Alcantarillado (Senapa), con responsabilidades rectoras, reguladores y de prestación de los servicios. Senapa reemplazó a la Dirección General de Obras Sanitarias y absorbió a las empresas de Lima, Arequipa y Trujillo; así, quedó integrada por empresas filiales, ubicadas en los principales departamentos y unidades operativas.

“Senapa se convirtió en una empresa matriz integrada por 15 filiales y alrededor de 10 unidades operativas que funcionaban a lo largo del país; una de estas filiales fue el Servicio de Agua Potable y Alcantarillado de Lima (Sedapal), que se creó a partir de la Empresa de Saneamiento de Lima (Esal). Senapa, aún con un modelo centralista, estableció una nueva modalidad respecto a los servicios de saneamiento: mientras que Obras Sanitarias daba prioridad a la construcción de instalaciones, Senapa dejó de centrarse en la infraestructura y más bien buscó mejorar el servicio y la calidad del agua”, se lee en el libro “La calidad del agua potable en el Perú” (11).

Pero es a inicios de la década de 1990 cuando se realiza una reforma del sector saneamiento. En abril se dispuso la transferencia de las empresas filiales y unidades operativas de Senapa a los gobiernos provinciales y distritales, con excepción de Sedapal, la empresa de agua de Lima y Callao hasta la actualidad.

“En abril de 1990 se dispuso la transferencia de todas las empresas filiales y unidades operativas de Senapa a las municipalidades provinciales y distritales. Esta disposición determinó que Senapa se convirtiera en una empresa encargada exclusivamente de brindar asistencia técnica a dichos gobiernos. En junio de 1992, el Ministerio de la Presidencia, por medio de una ley orgánica de emergencia, absorbe a Senapa, y a fines del mismo año se crea la Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento (Sunass)” (11).

“El 24 de julio de 1994, se promulga la Ley N° 26338, Ley General de Servicios de Saneamiento, que recoge las políticas generales y las estrategias y objetivos del sector. Bajo este nuevo marco legal, en base a las empresas filiales y unidades operativas ya existentes, se organizan a nivel nacional 45 empresas como sociedades anónimas [que luego aumentarían a 50], 44 de las cuales son municipales, cuyo accionariado es de propiedad de los gobiernos locales a nivel provincial y distrital, y una, Sedapal, mantiene su estatus de empresa pública de propiedad del Gobierno Central”, complementa Oblitas (12).

Los retos en el sector aún son muchos. Según las últimas cifras del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), el 88.7 % de la población nacional consume agua proveniente de la red pública y el 81.1 % elimina las excretas mediante la red pública de alcantarillado. En tanto, existen 50 empresas de agua que brindan los servicios de saneamiento en el ámbito urbano del país y más de 24 mil organizaciones comunales que lo hacen en los ámbitos de pequeñas ciudades (con población entre 2 mil y 15 mil personas) y rurales (con menos de 2 mil personas), lo que muestra la compleja situación para la prestación de los servicios de saneamiento en el Perú.


Planta de tratamiento de agua potable de La Atarjea de Sedapal.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

(1) Intur Machupicchu (s.f.). Tambomachay: Templo de culto al agua. https://inturmachupicchu.com/tambomachay-templo-de-culto-al-agua/

(2) Comunidad Andina. El agua en los Andes. Un recurso clave para el desarrollo e integración de la región. Lima, 2010. URL: https://www.comunidadandina.org/StaticFiles/OtrosTemas/MedioAmbiente/AGUA_DE_LOS_ANDES.pdf

(3) Rostworowski, María (1999). Historia del Tahuantinsuyo. 2ª. ed. Lima, IEP.

(4) Pérez, Paul (2010). Canales, abastecimiento de agua y sistemas de irrigación en Lima: el caso del Canal Huatica. Rev. Arqueología y Sociedad (N° 22), 249-260. URL: https://revistasinvestigacion.unmsm.edu.pe/index.php/Arqueo/article/view/12302/11007

(5) Guimac, Magdalena., Tamariz, Antonio., Bernex, Nicole., Castro, Juan Carlos. Agua y sociedad. URL: https://ciga.pucp.edu.pe/wp-content/uploads/2017/09/7.-CAP%C3%8DTULO-7.pdf

(6) Mattié, M (25 de mayo de 2007). Los Andes: una cultura del agua. América Latina en movimiento. URL: https://www.alainet.org/active/17770

(7) Kapsoli, W. (2016). Apostillas de Ricardo Palma a las acuarelas de Pancho Fierro. Aula Palma, (13), 233-266. URL: https://doi.org/10.31381/test2.v0i13.135

(8) Córdova, Lilia. (30 de marzo de 2014). Entre aguateros y camiones: la historia del agua en Lima. El Comercio. URL: https://elcomercio.pe/lima/aguateros-camiones-historia-agua-lima-305653-noticia/

(9). Sedapal. Sedapal, cincuenta años de historia [folleto]. Manuel Valencia [investigación].

(10) Orrego, J. (27 de marzo de 2011). Historia del agua potable en Lima. Blog PUCP. URL: http://blog.pucp.edu.pe/blog/juanluisorrego/2011/03/27/historia-del-agua-potable-en-lima/

(11) Sunass (2004). La calidad del agua potable en el Perú. Sunass. URL: https://www.sunass.gob.pe/wp-content/uploads/2020/09/Jica-2004.pdf

(12) Oblitas, L. (2010). Servicios de agua potable y saneamiento en el Perú: beneficios potenciales y determinantes del éxito. CEPAL. URL: https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/3819/1/lcw355.pdf



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12 de diciembre de 2021

¿La Universidad San Marcos fue propietaria del distrito de Comas?

El distrito de Comas, ubicado al norte de Lima, cumple 60 años de creación política, hoy 12 de diciembre de 2021. Dos referencias del libro “Comas y su historia, un modelo de investigación distrital”, del docente Santiago Tacunán Bonifacio, me llamaron la atención: ¿fue la Universidad San Marcos propietaria de parte del distrito?, ¿por qué no se llamó ‘La Libertad’, como proponía su ley de creación?

Histórica fachada del cine Tupac Amaru, que se ubicaba entre las avenidas Belaunde y Tupac.


Comas tiene una historia milenaria que se puede remontar hasta la etapa lítica (11 600 a. C.), por los restos arqueológicos ubicados en el valle de Carabayllo, y que pasa por culturas preincas como el señorío Collic y, con la llegada de los españoles, espacio de varias haciendas a lo largo de su actual territorio.

En 1540 se forma la hacienda de Comas, que Francisco Pizarro le otorga a su capitán Francisco de Chávez, en agradecimiento a su labor en las guerras de invasión. Pero De Chávez fallece un año después, durante el asalto de Almagro, por lo que su viuda asume la posesión hasta que, en 1567, dona la propiedad al convento grande de la Merced.

Pronto, el convento cambia la hacienda Comas por otras tierras con el colegio San Pedro Nolasco, que también pertenecía a la orden de la Merced, pero administraban sus propiedades de forma independiente. El colegio poseyó la hacienda por un lapso aproximado de 120 años, tiempo en el que arrendó las tierras a cambio de rentas anuales.

El 26 de octubre de 1826, las rentas que recibía el colegio Nolasco, que dejaría de funcionar por esos años, fueron transferidas al Convictorio de San Carlos. En 1876, las rentas del Convictorio pasan a formar parte del presupuesto de la Universidad San Marcos, de las que gozará hasta 1945, aproximadamente, fecha en que desaparece de sus registros de bienes inmuebles.

Toda la información está en el referido libro de Santiago Tacunán Bonifacio, quien agrega que el incumplimiento del pago del arrendamiento habría originado que las autoridades sanmarquinas sean indiferentes con la posesión de la hacienda. Además, luego de la ocupación chilena en la Casona San Marcos, desaparecieron muchos contratos de propiedad.

Algo similar ocurrió con otras haciendas, que también ocuparon los actuales territorios del distrito de Comas, como las de Pro, Chacra Cerro, Infantas, Caudivilla, El Naranjal o Collique (cuyos nombres se mantienen en las zonas donde se ubicaban). En el caso de la hacienda de Collique, tuvo varios dueños desde la Santa Inquisición hasta la Dirección General de Consolidación (institución que se creó luego de la Independencia para administrar las propiedades de los españoles), entre otros dueños, producto de varias ventas y herencias.

De 1950 en adelante, comenzarían las invasiones de los terrenos eriazos y aledaños de las haciendas, lo que obligó a sus propietarios a lotizar y vender sus terrenos a asociaciones y cooperativas de vivienda.

Finalmente, el distrito se iba a llamar “La Libertad”, como proponía el proyecto de ley original, por ser el nombre de una de las primeras barriadas. Pero el Congreso, en consideración a una ley de 1930, que restringía poner ciertos nombres a poblaciones y calles, acuerda que el nuevo distrito tendrá el nombre de Comas, por ser como se llamaba la vieja hacienda.

El autor del libro: Santiago Tacunán.



*Fotos: Internet.


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2 de noviembre de 2021

¿Cómo se cuida a la fuente que permite el abastecimiento de agua potable en la población de Abancay?

El cuidado de la laguna Rontoccocha, de la cual se abastece con agua potable una parte de la ciudad de Abancay, ubicada en los Andes del Perú, ha permitido mejorar el abastecimiento que recibe la población. Pero, cómo se logró este compromiso de la población, tanto de las ciudades como de las comunidades campesinas. ¿Quiénes están detrás de estas prácticas y qué realizan para que esta microcuenca sea fuente de agua para las futuras generaciones?

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Angélica Monzón Enciso

“Acá está la laguna de Rontoccocha. El agua beneficia a todo el pueblo de Abancay. Ahí hemos hecho plantaciones como queñua, ichu. Y seguimos haciendo qochas. Seguimos cosechando agua. De nuestra parte haciendo nuestras faenas. Como ya está [el] cerco, ese sitio es zona intangible, ya no entran animales, ni oveja, por eso tenemos más agua a la comunidad. Ahora estamos sembrando más cosas porque tenemos más agua. Ahora tenemos suficiente agua en la comunidad”, refiere Angélica Monzón Enciso, de la comunidad campesina Micaela Bastidas, ubicada en la región Apurímac, en la parte central y sierra del Perú.

Angélica Monzón Enciso es una protectora del agua pues, gracias a los mecanismos de retribución por servicios ecosistémicos (Merese) hídricos, trabaja para el cuidado de la laguna Rontoccocha, de la cual se abastece con agua potable el 30 % de la población de la ciudad de Abancay, capital de Apurímac.

Pero, para lograr esta labor, que favorece tanto a las poblaciones que viven en las ciudades (que retribuyen con financiamiento mediante una parte del pago de sus recibos por el servicio de agua potable) y a las comunidades campesinas (ubicadas cerca de las lagunas en las partes altas y que contribuyen con trabajos para el cuidado de las fuentes de agua), se tuvo que recorrer un camino que empezó hace algunos años.

El 2008, en concreto, se comienzan a gestar los Merese hídricos en la cuenca Mariño, donde se ubica la laguna Rontoccocha, bajo el concepto de pago por servicios ambientales, que consistió en trabajar en la gestión de los ecosistemas de manera integrada con todos los usuarios de la cuenca. Los siguientes años se realizaron diversas actividades como concursos, foros y capacitaciones para sensibilizar a los líderes de las comunidades sobre la retribución por servicios ecosistémicos (RSE), así como pasantías para conocer otras experiencias de Merese, como las que se realizaban en Moyobamba o en Piuray, en la región Cusco. Luego, en el 2013, se conforma el grupo impulsor de los servicios ecosistémicos y se incorpora la RSE en el plan maestro optimizado (PMO) de la Empresa Municipal de Servicios de Agua Potable y Alcantarillado (Emusap), entidad encargada de brindar los servicios de saneamiento en la ciudad de Abancay.

Así, el hito importante para concretar la ejecución de los Merese sucedió en el 2014, cuando la Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento (Sunass), la entidad peruana encargada de aprobar las tarifas de agua en el Perú, aprobó el estudio tarifario de Emusap Abancay, que consideró destinar parte de la tarifa que paga la población para la generación de fondos por concepto de Merese hídricos y proteger y conservar la microcuenca Mariño, a fin de beneficiar a cerca de 65 mil personas y mejorar la continuidad y cobertura del agua potable.

Laguna Rontoccocha


Jessica Quispe, bióloga y gestora ambiental de la Sunass en Apurímac, resalta por qué era importante trabajar en la recuperación de la cuenca. “La laguna de Rontoccocha se ubica en la cuenca Mariño y es importante porque abastece al 30 % de la ciudad de Abancay. Antes de la firma del acuerdo Merese, en esta zona se observaba pastoreo de numerosas ovejas, caballos, vacas y hasta chanchos. Además, en los meses de junio a octubre se presentaban quema de pajones, principalmente realizadas por los mismos pastores. Estas actividades afectaban a los ecosistemas y su capacidad de almacenar agua, tanto en las fuentes de agua que abastece a ciudad como a las mismas comunidades campesinas”, refiere.

El mecanismo significó el desarrollo de varios procesos: diseño administrativo y planificación del Merese bajo la modalidad de contrato; sensibilización y trabajo conjunto con las comunidades campesinas involucradas y con las instituciones y organizaciones de la plataforma del Merese de Mariño.

“A mediados de este año, la empresa Emusap Abancay y las comunidades campesinas de Micaela Bastidas y Atumpata firmaron un acuerdo para continuar con la implementación de los Merese en la zona de Rontoccocha. Así, seguirán con las acciones de conservación de bosques nativos, reforestación con queñua, revegetación con ichu, construcción de qochas, cercos, entre otras actividades que iniciaron en el 2019. Por un lado, las comunidades se benefician porque se financia la recuperación de las fuentes de agua para el desarrollo de sus actividades agrícolas. Por otra parte, Emusap Abancay promueve la sostenibilidad de los ecosistemas en la cabecera de la microcuenca Mariño y así disponer de agua en cantidad y calidad para los usuarios de la población de Abancay”, refiere Ronald Cervantes, jefe en Apurímac de la Sunass.

Jorge Olivera Solís, integrante de la comunidad campesina de Atumpata, otra de las involucradas en los Merese, refiere que, hacia el 2014, “el agua bajaba poco”. “Pero hoy en día hemos notado que el agua se ha aumentado. Nosotros, en la comunidad estamos contentos porque en la parte alta teníamos un canal que ya no tenía agua y hoy día se ha aumentado y los vecinos también están contentos”, declara, al pie de la laguna, cuya altitud oscila entre los 4.000 y los 4.600 m. s. n. m.

En este contexto, otro hito sucedió en julio de 2019 cuando se firmó el primer contrato de conservación para la seguridad hídrica entre una empresa de agua, es decir Emusap Abancay, y las comunidades campesinas de Micaela Bastidas y Atumpata para iniciar la implementación de los Merese.

Las comunidades, como contribuyentes, se benefician porque se financia la recuperación de las fuentes hídricas para el desarrollo de actividades agrícolas y se comprometen a participar en el desarrollo de acciones sostenibles en el ámbito de la unidad hidrológica. Emusap y su población administrada, como retribuyentes, también se benefician porque una de las áreas es fuente hídrica para su abastecimiento y la provisión de servicios de saneamiento; por ello, se comprometen a financiar las acciones del proyecto según el presupuesto aprobado.

El gerente general de Emusap Abancay, Wilber Huillca Montes, subraya los beneficios alcanzados, hasta ahora, gracias a los Merese hídricos. “Hoy en día tenemos mayor disponibilidad hídrica en nuestras fuentes principales, entre ellas la laguna de Rontococha, de donde se capta agua para suministrar a la ciudad de Abancay. En ese sentido, hemos mejorado. En años anteriores había necesidad de racionar el servicio de agua potable. Hoy por hoy tenemos las 24 horas del día. Ha sido un paso importante en la prestación del servicio que brinda la empresa. Por otro lado, le ha permitido a la actividad agrícola disponer de mayores recursos hídricos y gozan de sus beneficios”, sostiene.

Jorge Olivera, de la comunidad Atumpata, explica parte de los trabajos que realizan como contribuyentes para el cuidado de Rontoccocha. “Hemos trabajado arriba, con los cercos, protegiendo los manantes. En la parte alta hemos trabajado en faenas. Hemos plantado queñuas, ichu, cercos y ahora estamos en represamiento de las lagunas. Poco a poco estamos avanzando. Trabajamos con el Merese que recauda Emusap. El resultado hoy en día nos ha aumentado el caudal”, indica.

Gracias a los resultados, Jorge refiere que más personas se están sumando a practicar los Merese y ya proyectan realizar nuevas acciones. “Los comuneros no nos creían. Nos decían para qué vamos a hacer esas qochas. Para qué vamos a trabajar. Poco a poco hemos trabajado en faenas. 30, 40, 60 personas, poco a poco hemos comenzado y trabajado. El resultado, hoy en día, nos ha aumentado el caudal. Los vecinos siguen nuestros pasos, nuestras experiencias. Ahora estoy escuchando [que] va a pasar a otras comunidades: poco a poco se van sumando. Quiere decir que hay resultados [con] lo que hemos trabajado en la parte alta de Rontoccocha”, declara.


Jorge Olivera


Jorge agrega que continúan trabajando en la parte alta de la microcuenca, con más qochas (es decir, un sistema de recarga de agua), más plantaciones, más cercos, a fin de que haya “más agua para la población”.

“Esa agua abastece a la población. Nosotros en la comunidad estamos muy agradecidos porque con ese trabajo hay resultados. Hay que cuidar el agua. La cosecha de agua es para todos, en la parte alta podemos aumentar más cochas, más lagunas, más sembramiento de pastos. Toda la comunidad, hasta población, puede ir a plantar. Hay que cosechar agua en parte alta. Si no, hoy en día, con el cambio climático, las lagunitas, los manantitos se están secando. Hay que ir toda la población de Abancay a sembrar si quiera una planta, para tener más agua para consumo humano. Nosotros cuidamos con toda la comunidad la parte alta del agua. Gracias a los mecanismos, toda la comunidad nos comprometemos a cuidar el agua, de la parte alta de Rontoccocha”, reflexiona Jorge.

En el Perú, la conservación de las fuentes de agua en el sector saneamiento es una política de Estado y cuenta con un marco normativo, mediante la Ley Merese n.° 30215 del Ministerio del Ambiente y la Ley Marco de los Servicios de Saneamiento del Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento.

Actualmente, 40 de las 50 empresas de agua del Perú tienen fondos proyectados por más de 141 millones de soles para invertir en proyectos que garanticen la sostenibilidad y disponibilidad del recurso hídrico, en cantidad y calidad para las ciudades. Además, a la fecha, 7 empresas de agua están implementando proyectos de conservación en sus cuencas.

En el caso de Apurímac, se espera obtener un manejo sostenible de las fuentes hídricas de la unidad hidrológica de Rontoccocha y la mejora del bienestar de las comunidades campesinas de Atumpata y Micaela Bastidas. Además, que la laguna tenga sostenibilidad para garantizar que la población continúe recibiendo el recurso hídrico con calidad en el futuro.

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2 de agosto de 2021

Crónica: vivir la pandemia sin agua y con la especulación de su precio en Lima

Más de 700 mil personas en Lima, capital del Perú, debieron afrontar la covid-19 sin acceso a la red pública de agua potable, herramienta básica para evitar su propagación. Ante ello, debieron padecer la especulación en los precios por parte de quienes les venden el agua en camiones cisterna. ¿Qué hicieron las autoridades peruanas ante ello?

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Cuatro días pasaron, desde el domingo 15 de marzo de 2020 hasta el jueves 19 de ese mes, para que los camiones cisterna que transportan el agua para consumo humano retornen a Nueva Rinconada, en los cerros del distrito limeño de San Juan de Miraflores, una zona donde no existe conexión a la red pública de agua potable que les proporcione una arma  esencial para evitar el contagio del covid-19.

Ese domingo 15 fue un día visceral para el país porque el entonces presidente Martín Vizcarra anunciaba el estado de emergencia y aislamiento obligatorio para evitar la propagación del covid-19 –que luego se prolongaría por varios meses–, lo que sorprendía a Juan Carlos Zambrano en Huambocancha Alta, a Ramiro en Comas, y a las familias de Nueva Rinconada, pero, a ellas, sin tener acceso a dicha red.

“El gobierno garantiza la continuidad de los servicios de agua y saneamiento durante la emergencia nacional por el coronavirus”, pronunciaba Vizcarra, en el referido mensaje del 15 de marzo, no obstante, ello no era garantía para quienes nunca tuvieron el servicio en sus viviendas y padecen, además, la especulación de su precio por parte de quienes la venden en camiones cisterna.

“Hoy que viene la prensa recién se aparecen los aguateros”, protestaba, entonces, Noé Perales Zevallos, un vecino de Nueva Rinconada, el jueves 19 de marzo, a los medios de comunicación que, junto al entonces ministro de Vivienda, Rodolfo Yáñez, el alcalde de Lima, Jorge Muñoz, y el presidente de Sedapal, Francisco Dumler, llegaron hasta ahí con las cisternas, tras cuatro días de ausencia.

“Todos tienen derecho al agua y, en este momento, se distribuye tanto a quienes están conectados a la red de distribución, como quienes se abastecen con camiones cisternas. Como Ministerio de Vivienda monitoreamos el día a día de la distribución de agua a nivel nacional”, afirmaba, por su parte, ese mismo día, el ministro Yáñez en una entrevista televisiva.

Según el INEI, en el informe “Acceso a los servicios básicos en el Perú, 2013 – 2018”, el 95.3 % de los hogares urbanos tiene abastecimiento de agua por una red pública. Es decir, el resto debe dotarse de alguna otra forma, como los camiones cisterna. “Lima tiene una cobertura de agua potable de 93 %. Hay un 7 %, o sea 800 mil personas sin conexión que se abastecen con camiones cisternas, casi todas privadas, en cuya red, en los últimos días, se observó especulación de precios. Sedapal les vende el agua a 0.7 el metro cúbico y llega a la gente a 5, 6 o 7 soles dependiendo de la altura y la zona”, declaraba a una radio el presidente de Sedapal, el 18 de marzo, un día antes de visitar Nueva Rinconada.

“El tacho de agua cuesta cinco soles: nos han subido al porrazo”, protestaba una vecina de Nueva Rinconada, ese jueves 19 de marzo, a la prensa. “Poco a poco nos ha subido: antes estaba 2 soles, luego 2.50, después 3.50 y ahora, con esta situación, nos ha subido a 5 soles, de porrazo. Y el tanque está 40 soles, pero no podemos comprarlo. Muchas familias tenemos un tacho o dos, que dura un día. Cinco soles diarios. Cuánto estamos pagando”, reportaba.

El tanque, de 1100 litros de agua de capacidad, les cuesta entre 30 y 40 soles, dependiendo del precio que imponga el dueño de la cisterna. El tacho, para 70 litros, les vale hasta 5 soles y les dura un día, es decir deben pagar 150 soles al mes (38 dólares aproximadamente), el 15 % del sueldo mínimo en el país. Es así que, una familia pobre, que no está conectada a la red, paga cinco a seis veces más que una familia con conexión pública. 

-        - “Queremos tener agua, aunque sea con esos precios. Nos dicen que la limpieza y aseo es con agua, pero no nos podemos lavar”, respondía a las cámaras otra vecina.

La primera vez que el Gobierno peruano dio una conferencia por el covid-19 fue para anunciar el primer caso detectado en el país, el 6 de marzo de 2020. Desde entonces, y mucho antes, la recomendación fue lavarse las manos constantemente, por 20 segundos, para prevenir el contagio. Incluso, el 5 de mayo se estableció como el Día Nacional de la Higiene de Manos.

“La distribución gratuita de agua potable durante el estado de emergencia nacional, en las zonas más alejadas de las ciudades, beneficia a aproximadamente un millón y medio de personas”, difundió en una nota el Ministerio de Vivienda, el 17 de mayo de 2020, y añadía que, a través de Sedapal, se distribuye agua gratuita en Lima y Callao mediante una flota de 351 camiones cisterna, en tanto que, en las demás regiones, 450 unidades reparten el recurso.

-        - “La distribución de agua gratuita es un servicio indispensable en la lucha contra el COVID-19. Con esta acción se han beneficiado a 700 000 ciudadanos en Lima y Callao, y a 800 000 a nivel nacional", dijo el ministro Yáñez, el 8 de mayo, ante la Comisión de Vivienda del Congreso.

Cierto es que, según los anuncios oficiales, se implementaron dos iniciativas: el Programa Nuestras Ciudades y el Plan Cisterna. El primero destinado a repartir agua potable gratuita en las zonas sin acceso a la red pública. “El Gobierno tiene el inventario de dónde no se tiene agua. Ahí tenemos que trabajar con los gobiernos regionales y los municipios para que los proyectos de saneamiento, que tienen un proceso, se terminen y todo el Perú, tanto la zona urbana como rural, tenga cobertura de agua segura, de agua potable. Mientras eso ocurra, en esos lugares, durante la emergencia, hay que llevarles agua potable en cisternas”, indicaba el presidente Vizcarra, en su conferencia del 19 de marzo de 2020. 

Por su parte, el Plan Cisterna fue una medida de contingencia para llevar agua a las zonas críticas del ámbito de las EPS. Es así que, según el director ejecutivo del Organismo Técnico de la Administración de los Servicios de Saneamiento (Otass), una entidad creada por el gobierno peruano para apoyar a las empresas de agua en situación crítica, Óscar Pastor, las empresas prestadoras bajo su administración habían brindado, hasta el 23 de mayo de 2020, 21 mil metros cúbicos (m3) de agua potable con camiones cisterna, en beneficio de más de 66 mil familias.

Un grupo de expertos de las Naciones Unidas advirtió, el 23 de marzo de 2020, que la pandemia no podría pararse si no se proporcionaba agua a las personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad. “Las personas que viven en asentamientos informales, las personas sin hogar, las poblaciones rurales, las mujeres, los niños y niñas, las personas mayores, las personas con discapacidad, las personas migrantes, las personas refugiadas y todos los demás grupos vulnerables a los efectos de la pandemia deben tener un acceso continuo a agua suficiente y asequible, subrayó el grupo.

La población peruana sin acceso al agua potable es de 3.4 millones de habitantes mientras que 8.3 millones carecen de alcantarillado, reporta el Plan Nacional de Saneamiento 2017 - 2021 y estima que se necesitan S/ 49.5 mil millones para el cierre de las brechas en saneamiento. Por eso, cuando el ministro de Vivienda, el alcalde de Lima y el presidente de Sedapal llegaron a Nueva Rinconada se encontraron con muchas preguntas y reclamos, según los registros de los medios, de una población con necesidades postergadas por muchos años. “10 cisternas abastecerán a diario”, dijo el alcalde; “hay dos proyectos en Rinconada, el de la etapa uno está en fase de licitación final y el otro, para la etapa dos, donde estamos, está en fase de elaboración; esa fase tiene 80 mil líos”, ensayó el presidente de Sedapal, ante la gente a su alrededor.

-        - “El Perú no puede estar entre los primeros países de la región en manejo macroeconómico y entre los últimos en manejo de instituciones y calidad de los servicios públicos, una condición que se ha ratificado en este momento. Estos problemas estructurales nos han vuelto más vulnerables para enfrentar esta crisis”, declaró la entonces ministra de Economía, María Antonieta Alva, el 17 de mayo.

“El Estado reconoce el derecho de toda persona a acceder de forma progresiva y universal al agua potable”, dice la Constitución, en su Artículo 7°-A. “Toda persona, natural o jurídica, domiciliada dentro del ámbito de responsabilidad de un prestador de los servicios de saneamiento tiene derecho a que este le suministre los servicios que brinda”, dice el Decreto Legislativo 1280, en su Artículo 19.

“Es importante indicar que el Gobierno del Perú ha asumido el compromiso de cerrar las brechas de cobertura urbana al año 2021 y rural al año 2030 y, de esa manera, cumplir con la Meta 6 de los ODS, en lo que se refiere a la cobertura de saneamiento”, se lee en el Plan Nacional de Saneamiento 2017 - 2021 y aun retumba en las columnas del hemiciclo del Congreso cuando, el 28 de julio de 2016, Pedro Pablo Kuczynski asumía el cargo de presidente del Perú, con Martín Vizcarra en uno de los palcos, y prometía que para el 2021 "todos los peruanos deberán tener acceso al agua potable las 24 horas". El 2021, este año.

 

*Nota: esta crónica fue escrita a fines del 2020 y fue reconocida en el concurso de testimonios “La vida cotidiana de los peruanos durante la Gran Pandemia” que organizó el Instituto de Estudios Peruanos (IEP). En julio de 2021, Pedro Castillo asumió la presidencia del Perú y anunció que se encargaría de cerrar la brecha de agua al 100 %. Aunque muchas de las autoridades mencionadas dejaron sus cargos, las cifras presentadas persisten.

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