23 de septiembre de 2018

Juan Lepiani, el pintor patriota

Juan Lepiani es el autor de las pinturas con las que hemos imaginado los episodios más importantes que sucedieron en el Perú, como la escena de los trece de la isla del Gallo, la proclamación de la Independencia, la conferencia de Punchauca y, en especial, de la guerra contra Chile. Una reciente tesis, la primera sobre su obra, estudia la historia nacional en sus cuadros, en los que se mezclan lo heroico, lo trágico y la violencia.

"El último cartucho” (pintura de Lepiani en óleo sobre tela), actualmente en el Museo de los Combatientes del Morro de Arica (Centro de Lima) donde también se pueden encontrar “La Respuesta” y el cuadro de Alfonso Ugarte. 

1899. Solo dieciséis años habían transcurrido desde el final de la Guerra del Pacífico (1879-1883). Sus causas y consecuencias se debatían en la literatura de Manuel González Prada y en la pintura de Juan Lepiani, quien ya había presentado “La Respuesta”, cuadro sobre el momento en el que Francisco Bolognesi responde que pelearía hasta quemar el último cartucho.

Pero ese año, otro suceso de esa guerra despertaba su interés: la batalla de Arica (7 de junio de 1880). Para pintar la trágica muerte de Bolognesi, decide ir al mismo morro, previa carta de recomendación del presidente Nicolás de Piérola para ingresar a Arica (entonces cautiva por Chile), según describe la tesis "La historia nacional en la pintura de Juan Lepiani" (2018) de Ana Karina Saldaña. Entonces, ahí, se documenta, mide el paisaje, toma fotografías, llega a exhumar cuerpos, junto al historiador Gerardo Vargas Hurtado, tiene contacto con soldados y conversa con los peruanos que vivían allí, quienes le dan referencias sobre la batalla y el sacrificio de Alfonso Ugarte.

El cuadro [primera imagen de este post], que titula “El último cartucho”, se exhibe ese mismo año en la Casa Dubois (actual Jirón de la Unión) e impacta por su drama, movimiento y violencia, además de sus dimensiones (de 4.90 x 2.94 metros).

Un día antes del inicio de la muestra, el 21 de octubre de 1899, acude el presidente Eduardo López de Romaña. Impresionado, solicita al ministro de Instrucción (ahora de Educación) que sea visitado por los estudiantes y se use para dictar las clases de historia. Los alumnos, según registran los diarios, recitan poesías y se permite el ingreso del público, el cual rememoraba, impactado, la tragedia de una reciente guerra, que había vivido y padecido.

"La proclamación de la Independencia" (1904). Juan Lepiani lo pintó en Roma. La documentación fue una complicación para él, por lo que, según Saldaña, no hace retratos. Los personajes están dando la espalda y se reconoce a San Martín sin ver sus rasgos faciales. "Solo uno mira y se asume que es Lepiani. Era una práctica renacentista que el autor de la obra se coloque en el cuadro", indica la investigadora.

ILUSTRADOR HISTÓRICO

Juan Lepiani (Lima, 1864 – Roma, 1932) mostró temprano interés por la pintura histórica. Fue discípulo del pintor español Ramón Muñiz. En Europa, a donde viajó para desarrollar su técnica, realizó copias de obras de Rafael y Tiziano, entre otros. En total realizó 34 cuadros, de los cuales 10 son sobre historia nacional.

“La visión histórica de Lepiani abarca desde la llegada de los españoles hasta la República. El único cuadro con presencia inca es ‘La captura de Atahualpa’. Ello se deba, quizá, por lo complicado que era conseguir registro visual y documentos del Tahuantinsuyo. Para los pintores del siglo XIX, la fuente documental eran los textos. Y, tras su viaje a Europa, Lepiani no contaba con ese material, por lo que, muchas veces, solicitaba imágenes y recortes que le enviaban del Perú”, indica Saldaña, licenciada en Historia del Arte por la Universidad San Marcos y autora de la tesis.

Los cuadros más representativos de Lepiani son “Los trece de la Isla del Gallo”, “El asesinato de Pizarro”, “La conferencia de Punchauca”, “La proclamación de la Independencia”, “La respuesta”, “El último cartucho”, “Alfonso Ugarte”, “El ingreso de Piérola por Cocharcas”, entre otros, que tienen presencia obligatoria en los libros, nos permiten evocar la historia y pertenecen al imaginario popular. 

Información proporcionada por Ana Karina Saldaña. Complementariamente, indica que Juan Lepiani hizo dibujos al carboncillo, trabajos en acuarela, óleo sobre tela, lienzos, técnica mixta y trabajos de restauración.

Si bien Lepiani no abordó la época preinca, el virreinato o la figura de Miguel Grau, resalta su admiración por Francisco Bolognesi, la cual se basaría, probablemente, porque, cuando se declaró la guerra del 79, el héroe nacional ya estaba retirado del Ejército. Por ello, dos de sus principales cuadros tienen como elemento central a Bolognesi: tanto “La Respuesta”, como “El último cartucho”. Ambas pinturas, ubicadas en el Museo de los Combatientes del Morro de Arica, permiten diversos análisis.


NARRATIVA HISTORIOGRÁFICA

Siempre está el criterio de verificar si la representación en el cuadro coindice con el suceso histórico, analiza Saldaña. “Lo cual es complicado porque en el siglo XIX, con movimientos como el romanticismo o el arte pompier, que es donde ubico a Lepiani, se decía que el artista, como tal, tenía libertad en su representación con la intención primordial de que el mensaje llegue al observador sin considerar la exacta verosimilitud o no con el suceso. Tengamos en cuenta, además, que pintar un cuadro histórico es complicado, sobre todo al comparar las fuentes”, considera.

No obstante, resalta que Lepiani siempre tuvo el deseo de hacer representaciones muy cercanas al suceso histórico, como consta en sus documentos, manuscritos y cartas, que mantenía con Ricardo Palma o con el historiador Emilio Gutiérrez de Quintanilla, a quienes les pedía información, durante su estancia en Europa, para pintar, por ejemplo, “La proclamación de la Independencia”. 

"La captura de Atahualpa"
Además del estudio que hacía en los escenarios “reales”, como el morro de Arica o en Miraflores, escenario de la defensa de Lima, tras lo cual pintó “La defensa del tercer reducto de Miraflores”.

Es así que Saldaña encontró, en su archivo, recortes periodísticos con imágenes de La Serna,  San Martín o Grau. La investigadora resalta que Lepiani siempre tuvo la intención de representar a un héroe en sus cuadros. De hecho, en una de sus cartas, el pintor explica que, cuando representó a Francisco Bolognesi o Alfonso Ugarte, “personas dignas de aprecio”, buscaba rendirles homenajes por haber dado su vida a la Patria y para que, en la posterioridad, se sepa sobre sus sacrificios. Lo logró. 

El ingreso de Piérola por Cocharcas. Fue un cuadro solicitado. Lepiani tuvo contactos con varios presidentes, entre ellos Piérola. De hechos, a otros mandatarios les hizo retratos. "Lepiani se codea con la élite cultural y política. Pero no me atrevo a decir que era pierolista", afirma Saldaña.

Otros cuadros de Lepiani.

"La defensa del tercer reducto" (1894). Según la prensa de la época, le tomó tres meses de trabajo. "Se rompe la idea de que los cuadros sean con personajes tiesos. Acá están en movimiento. La pincelada es más ligera. El personaje que destaca es Narciso de la Colina, quien estaba a cargo del reducto N. ° 3", indica Saldaña.

"Alfonso Ugarte" (ca. 1922). Al terminar esta pintura, un veterano de guerra le cuestionó la representación del héroe, ya que jamás se lanzó del morro y murió en batalla -aseveró. El artista, cuya carta está publicada en un periódico, respondió que su intención fue rendirle homenaje. Como dato adicional, en este cuadro, Lepiani firma con doble "p": Leppiani. Saldaña reconoce que esa era una práctica común en el siglo 19. Incluso, en algunos documentos no firma como Juan y sí como "Giovanni Leppiani". 
"Los trece de la isla del Gallo" (1902). Saldaña explica que el arte pompier es un estilo académico y es ecléctico: sigue los lineamientos de la academia, tiene dibujo neoclásico, el color barroco, temas románticos, el hiperrealismo de la fotografía. Se contrapone al impresionismo. 

"La conferencia de Punchauca" (ca. 1921). Saldaña encontró, en su archivo, recortes de La Serna y San Martín. "Cuando le manda cartas a Gutiérrez de Quintanilla o Palma, le pide información sobre los uniformes. Además, él buscaba otras fuentes, como las representaciones teatrales que veía en Europa. En la medida de lo posible, buscó hacer una representación fidedigna, pero, cuando no se podía, obtenía información de recortes o diccionarios de vestimentas", comenta.

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