17 de septiembre de 2016

'En rescate del futuro': una crónica sobre la explotación sexual de menores en el Perú

Febrero, 2015. En un operativo policial se rescata a una adolescente de 16 años de ‘El Trocadero’, el burdel más antiguo del Callao. Entre las personas detenidas están las administradoras del lugar por el delito de explotación sexualmente de menores... días después, quedan en libertad. "¿Cómo se está enfrentando la explotación sexual de menores en nuestro país?" es una de las interrogantes que busca responder esta crónica que apareció en un libro publicado por el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables.

Ilustración de uno de los pasillos de 'El Trocadero'. Esta imagen, junto a las otras que se publican en este post, acompañan la publicación impresa de este texto. 

Unos 15 policías resguardan el ingreso a ‘El Trocadero’, el burdel más famoso del Callao y uno de los más grandes del Perú. En el interior, donde decenas de trabajadoras sexuales ofrecen sus servicios en pequeños cuartos iluminados por débiles luces rojas de neón, otros agentes buscan a una adolescente de 16 años. Ella había escapado de un albergue, semanas atrás, y llegó hasta ahí para sobrevivir del drama de la explotación de su cuerpo.

Faltan pocos minutos para las cinco de la tarde, hora en la que el prostíbulo incrementa el número de sus visitantes. Es el lunes dos de febrero: día clave, como todas las quincenas e inicios o fines de mes, cuando la llegada de clientes es mayor que el resto de semanas. Mientras, hombres de camisa y pantalón de vestir regatean, entre los pasillos, el precio de la atención de las trabajadoras. Otros, caminando por los pasillos, las desean cual objeto de compra. Pese a ser lunes, es un día agitado. 

Previamente, tras una paciente labor de seguimiento e inteligencia, la Policía determinó que la menor estaba en ‘El Trocadero’. Ese día, con esa convicción, la buscan bajo el riesgo de que la menor escape con la complicidad de las administradoras y trabajadores, y por el temor a ser detenida. Deben actuar rápido. 

La exploración es en todos los sitios y cuartos, en los que solo hay espacio para un baño y una cama. La tenue luz obstaculizaba su ubicación, además del impedimento de las trabajadoras para que los policías ingresen a sus habitaciones. Sin embargo, la encuentran. Está en la habitación número 50, vestida con traje ceñido y corto, junto a un hombre de 50 años. Logran rescatarla. 

El operativo dura pocos minutos. Pero además se halla, en el área administrativa, 60 mil soles, municiones para armas y tickets de ingreso al prostíbulo. Pese a la resistencia quedan detenidas las administradoras, las hermanas Zenobia (56) y Nancy (53) Valeriano Brancacho, por los delitos de explotación sexual de menores y proxenetismo. También el hombre que explotaba a la menor.

Sin embargo, a los pocos días, quedaron libres. 

Libro que reúne varias crónicas sobre trata y explotación sexual de menores de edad. 

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SE BUSCAN HÉROES
Unas vacaciones en París pueden ser la oportunidad perfecta para mejorar el francés o visitar sus museos. Pero también se corre el peligro de cruzarse, como en todo país, con una red de tratantes de personas.

Hollywood en la película Taken (titulada en Hispanoamérica como Búsqueda implacable y protagonizada por Liam Neeson) también reflexionó sobre la trata de menores con fines de explotación sexual.

La ruta de la trata que se sigue en la película llega hasta el dinero de un jeque árabe, quien compra una menor a un traficante de mujeres vírgenes. En este caso, como casi siempre en Hollywood, el héroe norteamericano, un agente jubilado de la CIA, logra recuperar a la víctima, su hija. Un final feliz que no siempre sucede en la realidad. 

De hecho, en los países donde la trata y explotación sexual infantil tienen un alto índice de criminalidad, el desenlace de Taken ronda con la utopía. Tailandia, por ejemplo, a pesar de sus leyes contra la trata y la prostitución forzada, recibe 5.1 millones de turistas sexuales al año y cerca de 500 mil hombres locales pagan por tener sexo con adultas y menores de edad, según el libro Esclavas del poder de Lydia Cacho, en el que la autora hace un viaje al corazón de la trata sexual de mujeres y niñas en el mundo.

“México se ha convertido en la Tailandia de Latinoamérica”, continúa la escritora en su valiente investigación, en la que advierte que algunos lugares mexicanos se convirtieron en zonas ‘seguras’ para tener sexo con jóvenes y niñas. Además presenta las aterradoras situaciones de países como Turquía, Camboya o Japón, en donde la prostitución forzada es parte de su ‘atractivo turístico’.

En otros estados, en donde la violencia le gana protagonismo a la racionalidad, mujeres y niñas tienen más certeza de convertirse en víctimas que en tener una vida digna. 

Por ejemplo, el Estado Islámico –un grupo terrorista con control territorial en parte de Siria e Irak– maneja una sofisticada red de trata con la que vende esclavas sexuales para financiarse. “Se paga más, cuando son más jóvenes. Los yihadistas desembolsan por los niños, de uno a nueve años, cerca de 150 euros”, informan constantemente los medios internacionales. En Nigeria, a inicios del 2015, de entre el millar de rehenes que fueron rescatados de las manos de Boko Haram, otra organización terrorista de ese país africano, 214 mujeres y niñas estaban embarazadas.

En esta coyuntura de constantes atrocidades, resulta fundamental que nuestro país asuma el problema de la explotación sexual y la trata con fines de explotación sexual en menores de edad dentro de una política multidisciplinaria de Estado.

Según información de la Dirección General de Niñas, Niños y Adolescentes del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), en ese sentido, se viene implementando el Plan Nacional de Acción por la Infancia y la Adolescencia, que tiene un horizonte de tiempo del 2012 al 2021. Se busca disminuir o erradicar que los menores sean víctimas de estos delitos. En congruencia con el Plan Nacional de Acción contra la Trata de Personas 2011-2016, que está a cargo del Misterio del Interior.



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SI TÚ ERES JOVEN AÚN
Cuando el Chavo del 8 defendió a la Chilindrina del ropavejero debería declararse el “Día del Amigo”. En ese capítulo, Don Ramón le advirtió a su hija, y mediante ella a todos los niños del continente y del mundo, el peligro de ser llevados, si no tomaba su medicina, por el ropavejero: un simbolismo para graficar a un explotador laboral o un tratante de menores. La lección, lamentablemente, no fue escuchada por todos, como la adolescente rescatada de ‘El Trocadero’.

Meses antes, ella había sido rescatada e internada en un albergue, pero escapó. Entonces, desde la División de Trata de Personas de la Policía se hizo inteligencia para dar con su paradero. La estrategia se basó en buscar información entre sus familiares y amigos, hasta que, después de seguirla por algunos días, los agentes notaron que ingresaba al mencionado burdel.

- ¿Por qué volvió, aparentemente por su voluntad, al lugar donde era explotada sexualmente? –se preguntó la Policía.

La única explicación a la que llegaron fue que se había acostumbrado al medio y al dinero fácil.

“Inicialmente es duro, pero luego, con lo que le dicen las mayores, continúan en ese mundo”, afirma un agente.

Sin embargo, desde el punto de vista de las especialistas de la Dirección General de Niñas, Niños y Adolescentes del MIMP sostienen que no se habitúan o regresan a ese mundo porque les guste. “Es porque no tienen otra alternativa. Porque su autoestima está por los suelos y creen que no pueden hacer nada, cuando no es así. Y ello sucede porque, prácticamente, se adaptaron a ese sistema de vida. Si notan que en la calle no tienen otras oportunidades, van a caer en lo mismo”, aseveran.

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EL SUEÑO DEL PERUANO
“Armando Normand entró en Matanzas cuando anochecía… seguido de muchachos de caras patibularias armados de winchesters y revólveres, y de unas ocho o diez mujeres”, escribió Mario Vargas Llosa en su novela El sueño del celta, en la que denuncia los abusos cometidos en la Amazonía para extraer el caucho durante inicios del siglo XX. 

En su obra, el Nobel de Literatura narra la esclavitud laboral y sexual que cometieron los encargados de extraer dicha sustancia, como Armando Normand, contra los nativos y, en especial, las nativas. “Los barbadenses les explicaron que Armando Normand llevaba siempre consigo a las mujercitas de su harén porque era muy celoso”, se puede leer en su libro.

La esclavitud y el secuestro con fines de explotación sexual, como problemas históricos, han sido recurrentes en la historia peruana. Desde la llegada de los primeros hombres a los Andes hasta el desarrollo de algunas culturas, en el Virreinato, durante la República y en épocas más recientes, como en la violencia interna de las últimas décadas del siglo pasado. Según el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación Nacional, durante el terror ocasionado por Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, los menores de edad fueron víctimas de las mismas atrocidades que pasaron los adultos, como torturas, violaciones sexuales, secuestros, entre otros crímenes.

Delitos que siguen impunes, en un gran número, como los cometidos en ‘El Trocadero’. Luego de detener a las administradoras por explotación sexual de una menor, su defensa, ante las autoridades, fue que la adolescente, para ingresar al burdel, presentó un Documento Nacional de Identidad falso, en el que señalaba tener 21 años. 

- Por eso la dejamos entrar y pagar por un cuarto –afirmaron tras argumentar que su rostro aparentaba el de una persona mayor.

Algunos días después salieron libres y regresaron a la administración del lugar, cuenta Ángela Villón, presidenta del Movimiento de Trabajadoras Sexuales del Perú, quien presenció el operativo.

Villón denuncia que las administradoras tuvieron que arreglar con las autoridades judiciales el pago de una fuerte cantidad de dinero para salir en libertad. Debido a que, según recuerda, las hermanas Valeriano Brancacho ya asumen un juicio previo por explotación que se encuentra en el 42° Juzgado del Callao.

De hecho, según el Tercer Informe Alternativo sobre la situación de la Trata de Personas en el Perú 2014–2015, que elaboró la asociación civil Capital Humano y Social Alternativo, de las cerca de 2,700 personas que fueron procesadas entre 2009 y 2013 por trata de personas, solamente 52 de ellas fueron sentenciadas. 

Cierto es que el Código Penal contempla penas de hasta seis años de cárcel cuando se tiene relaciones sexuales con menores entre los 14 y 18 años a cambio de dinero u otro beneficio. En caso de promover dichas relaciones sexuales, la pena es de hasta 12 años y cuando, en el ámbito del turismo, el fin es cualquier forma de explotación sexual, de hasta 10 años de cárcel.

Por ello, desde la Dirección General de Niñas, Niños y Adolescentes del MIMP refieren que es importante diferenciar los delitos para que las sanciones sean efectivas. “La línea es muy delgada entre trata con fines de explotación sexual y explotación sexual. La primera supone que una persona sea captada, trasladada, acogida y privada de su libertad para ser explotada. En tanto que la explotación sexual se da cuando una persona le propone a un menor que esté con alguien por dinero”, explica una de sus integrantes. 

Por eso indica que en un adolescente nunca se puede hablar de prostitución y siempre será explotación sexual. “La prostitución se ejerce libremente, pero los y las menores de edad no son libres de decidir porque les faltan madurar”, agrega.




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LA EXPLOTACIÓN EN LOS TIEMPOS DE FACEBOOK
En los alrededores de Mega Plaza y Plaza Lima Norte el movimiento económico es intenso a toda hora. Son los centros comerciales más exitosos de Lima Norte, por lo que en sus cercanías han surgido pequeños negocios que aprovechan el transcurrir continuo de las personas.  

Próximos a esos locales, seres anónimos, pero reconocidos por la mayoría, vigilan con más firmeza que los mismos policías. Son civiles que cuidan sus ingresos. Tienen desconfianza de los pocos serenos o guardias honestos que pasan por ahí. Conversan entre sí. Cada cierto tiempo se turnan para no levantar sospechas. Aunque muchos saben a qué se dedican.

Ellos vigilan a ‘sus chicas’. Algunas de ellas son menores de edad: las más solicitadas. Cerca de Plaza Lima Norte, el Centro Cívico de Lima u otros centros del comercio, y como en todo lugar donde el dinero tiene intenso movimiento, existe la prostitución encubierta. 

Muchas veces se realiza en hoteles formales. Ahí, por unos soles más, sobre todo a clientes conocidos, se permite ingresar con menores de edad. En tanto, los proxenetas vigilan desde afuera. Permanecen atentos a cualquier movimiento. A cambio dan ‘seguridad’ a sus víctimas. Con las menores tienen más cuidado. Son más precavidos. Los más avezados también hacen los contactos con los clientes.

“¿NECESITAS DINERO?”
Sus modernas tácticas de captación y negociación ahora se realizan por las redes sociales. El anonimato es una ventaja. Primero estudian a las menores más vulnerables. Los contextos suelen ser los mismos: ausencia de padres, pobreza, necesidad por estudiar, falta de orientación, urgencia por cubrir un gasto. 

Establecida la captación y deshecho el cerrojo de la desconfianza de las nuevas víctimas, ponen sus anuncios. También en las redes sociales, en foros y hasta hacen envíos personalizados por correo electrónico. Luego, como en el mismo mercado, hacen la transacción y establecen los acuerdos con los clientes.

Para el agente de la PNP, el engaño es la principal herramienta en esta parte del círculo de la explotación sexual a menores de edad. “Los engañan hasta que ven que el negocio es fácil. Ganan 500 soles diarios. Lo ven y se acostumbran. Nadie se entera. Los clientes son ‘A1’, empresarios”, refiere. Por ello afirma que el trabajo de inteligencia en las redes sociales es cada vez más intenso, además de recibir denuncias en la línea 1818.

La inteligencia policial, para llegar a los proxenetas, se ha obstaculizado porque al llamar a los números telefónicos de contacto, una grabadora es la que está al otro lado de la línea. Luego, si son citados, al ir al lugar se percatan que el teléfono de origen está en otro sitio, desde donde están monitoreando. Generalmente usan a terceros, también delincuentes. 

Aunque se trata de pequeñas redes de explotadores, en su mayoría domésticas o familiares,  están cada vez más preparadas y alertas. Tienen su propia inteligencia o contrainteligencia. Si ven personas sospechosas por los lugares donde ponen a sus víctimas, presumen que son policías. “Algunas mafias están dispuestas a matar. Es una situación delicada porque se mueve mucho dinero”, refiere el coronel PNP Luis Chávez.

Algunas veces los menores de edad están en plena calle. A vista de todos. Incluidas autoridades o personal de serenazgo, que hasta recibe pagos por no intervenir, tal como se observó en la investigación periodística que denunció explotación sexual en el parque Kennedy de Miraflores, en setiembre de 2014. 

“Hay una normalización de la sociedad sobre la explotación sexual. Existe el mito de que a la chica le gusta y por eso trabajan en eso. Las personas no toman conciencia que a las niñas y adolescentes se les tiene que proteger. Y eso no es solo responsabilidad del Estado, es de todos”, reflexionan desde la Dirección General de Niños, Niñas y Adolescentes del MIMP.


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LA PARTE QUE COMPLETA EL CÍRCULO DEL DELITO
Ese lunes de febrero, mientras la Policía daba con la menor, un adulto que le triplicaba la edad se sorprendió por la intervención. Pese a su resistencia, fue detenido. 

- No sabía que era menor… La prostitución no es ilegal. Fui engañado porque aparentaba tener más edad. ¡La culpa es del administrador por dejarla pasar! –se defendió.

Luego de unos días, también fue liberado. Para el representante de la Policía, lo que se juzga es la intención. “Que sabiendo que es menor de edad tengas relaciones sexuales. ‘El Trocadero’ es un burdel conocido desde hace años. Qué vas a pensar que es menor”, asevera.   

Llegar a ‘El Trocadero’ o ‘El Bote’, el prostíbulo vecino, es relativamente fácil si se conoce la dinámica de la ruta. Las alternativas son diversas: una línea de transporte exclusiva con paraderos de salida y llegada en el mismo sitio, el servicio de muchos taxistas de la zona que te trasladan hasta ahí con solo decirles que vas a “el lugar” o el amplio estacionamiento. 

Entonces el espacio adquiere la vida de un centro comercial cualquiera propio de la vida moderna. Hasta ahí llegan estudiantes universitarios, padres, profesionales, autoridades, entre otros, sin más restricción que ocultar sus pasos a eventuales familiares o parejas. 

Dicha realidad también se traduce en la Internet, como todo en la vida. En los foros, que visitan cientos de internautas anónimos todos los días, también se realizan las transacciones que involucran, muchas veces, a víctimas de explotación sexual o trata. La constante es una: la cosificación de la mujer: volverla un objeto que se puede usar y desechar.

Son muy pocas las páginas web para adultos peruanas en las que se advierta o prohíba la publicidad de menores, a diferencia de algunas extranjeras en las que está explícita su lucha contra estos delitos. 

“También hay explotación sexual porque existe un explotador. La gente dice: sí, que agarren al proxeneta, pero el que paga por tener relaciones también es parte del delito”, analizan desde la Dirección General de Niños, Niñas y Adolescentes del MIMP.

La doble moral para la sexualidad, la búsqueda de poder y el sentirse fuera de la ley también favorecen la explotación de menores de edad, lo cual es incrementado por los mensajes masivos y la publicidad descontrolada en medios de comunicación. 

El mejor gancho comercial / Apela a tu liberalidad / Toca tu instinto animal / Rozando la brutalidad / Te lo encuentras en la pared / En el anuncio de un licor / Pegado  en un mostrador / Gritándote a todo color… / Sexo compro, sexo vendo, sexo arriendo…  habían adelantado Los prisioneros, ya hace muchos años. 


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EL FINAL DEL INICIO
La situación de la menor de edad rescatada resulta más compleja porque es madre. El día del operativo, luego de ser salvada, fue conferida a un equipo de investigación tutelar, conformado por varios profesionales, que hizo un informe para ubicar el centro idóneo para ella. Luego de esa evaluación pasó por los exámenes médicos correspondientes e ingresó a un Centro de Asistencia Residencial (CAR) a cargo del Programa Integral Nacional para el Bienestar Familiar (Inabif). En el CAR, un equipo técnico la recibió y le hizo otra evaluación para determinar su nuevo perfil de residente, características personales y habilidades. Entonces vino el momento de la adaptación al sistema de trabajo y la reinserción, que se afronta desde varios campos. 

“Se trabaja el proceso de readaptación y socialización hasta que tomen conciencia que ellas pueden y deben desarrollarse ante la sociedad. Para ello, la familia es un soporte muy importante”, indica una psicóloga del MIMP.

Para el coronel de la PNP, en la mayoría de víctimas la constante son los problemas en el hogar. “El padre está detenido o la madre es prostituta. También puede que estén separados o tengan pleitos en el hogar; además de las malas amistades”, analiza. 

Lamentablemente, no es muy alto el porcentaje de las víctimas que logran reinsertarse, por múltiples factores, como el soporte familiar y el entorno. “Pero sí se dan casos de jóvenes que rompen ese círculo negativo en el que han estado, cuando un referente familiar está con ellas”, manifiesta. 

En caso de tener un hijo, se busca que permanezcan con ellas, salvo que muestren un comportamiento negativo que sea perjudicial para el niño. Ante ello, el Estado también asume la responsabilidad del menor de edad, pero se prioriza mantener la unidad familiar.

Una vez que han logrado los avances para salir del CAR, el acompañamiento, por un tiempo prudencial, continúa siendo fundamental hasta que puedan independizarse totalmente. La ley notifica un seguimiento de uno a dos años. 


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JUSTICIA QUE NO SE JUSTIFICA
En los últimos meses, las intervenciones continuaron a locales conocidos como La suite de Barranco, El tequila, El Eclipse o El Kilates. Lugares en los que también se encontró explotación sexual de menores, además de trata de extranjeras, sobre todo colombianas y ecuatorianas.

Según la Policía, cuando una menor es rescatada, las redes se proveen rápidamente con nuevas víctimas que van a bares, centros de masajes, hostales encubiertos o casinos de lujo. El Perú es un país donde se presenta, principalmente, la trata interna. Es decir, entre provincias y, en menor cantidad, a las fronteras con Ecuador o Colombia. 

En el interior, el problema presenta otras aristas por afrontar. Por ejemplo, en Madre de Dios, donde la minería informal fomenta la prostitución y explotación, se sabía cuándo se realizarían los operativos. Por ello no se obtenían resultados significativos, ya que los tratantes sacaban a las menores y dejaban a las adultas, quienes también estaban coludidas.

Otro de los retos es la capacitación. En especial a los policías que mantienen trato directo con las víctimas. Según una abogada del MIMP, es muy frecuente que los policías muestren indiferencia hacia las víctimas. “No se separa a la víctima del explotador. A veces los trasladan en el mismo patrullero”, advierte.

Muchas víctimas se acostumbran al tipo de vida en el que fueron insertadas desde muy temprana edad y en sus hogares se sienten juzgadas o reprimidas. Entonces, al salir del centro de rehabilitación, regresan a los lugares en donde ahora, aparentemente, tienen la libertad que antes les fue negada. En esta parte, de explotadas, cuando menores de edad, pasan a ser explotadoras. Y alimentan el círculo del delito.

Resulta primordial, entonces, comenzar la recuperación lo antes posible. Ya que mientras más corto sea el tiempo, durante el que la víctima permanezca en un ambiente desfavorable, será más viable la recuperación. “Pero si se fortalece el equipo técnico y se trabaja con la familia, no es imposible lograr la recuperación”, apunta la psicóloga del MIMP.

En un contexto en el que se aceptó la explotación laboral en aras de mejorar la economía, la mercantilización del cuerpo humano y la cosificación de la mujer no parecen ser fenómenos muy extraños. Tampoco que se pierdan valores esenciales como la libertad y libre determinación de tomar nuestras decisiones. 

Todos los especialistas coinciden en que el Estado tiene la obligación de empoderar y proporcionar a las víctimas de estos delitos las alternativas para rehacer su vida, además de trabajar en la prevención. No obstante, según el mencionado informe de Capital Humano y Social Alternativo, el presupuesto destinado para enfrentar estos problemas, durante el presente ejercicio fiscal, es de 8’863.724 soles. Cifra que solo se incrementó en 0.0059% con respecto al anterior periodo. Una cantidad insuficiente si se quieren aumentar los centros de atención y albergues, en más departamentos del país, y se potencie el servicio que se brinda en los existentes. 

Además de fortalecer la atención, tanto para niñas, niños, adolescentes y adultos, desde el protocolo intersectorial del Ministerio del Interior. El MIMP manifiesta que es un proceso y en ese camino los ministerios de Salud, Trabajo y Educación tienen que implementar políticas internas y programas de alternativas laborales, de educación especial y salud para las víctimas. Ese protocolo permitirá revisar los programas para dar una mejor atención.

Los servicios que recibe la menor rescatada le permitirán mejorar su calidad de vida, además de contribuir al desarrollo de su hijo. Pero aún quedan muchos otros menores, víctimas de diferentes delitos, que están a la espera de ser rescatados. Así como que los delincuentes paguen, verdaderamente, por los delitos cometidos. 

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Pie de post:
1. Las fotos e ilustraciones de este post corresponden al libro Crónicas sobre trata y explotación sexual de niñas, niños y adolescentes del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP).
2. Dicho libro se originó luego de un taller que organizó el MIMP, dirigido a periodistas de varias regiones del país, sobre la trata y la explotación sexual de menores de edad, tras el cual se seleccionaron 15 crónicas que se publicaron en dicho libro.  
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