5 de febrero de 2016

Homo bailens: el hombre en la fiesta por la Virgen de la Candelaria

En Lima como en Puno, el Espíritu Candelaria vuelve a apoderarse de devotos, ateos y agnósticos, quienes se reúnen, como en cada inicio de año, para bailar en la Festividad por la Virgen del Socavón, una de las fiestas religiosas más importantes de América y Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. 

Publicación original para Variedades de El Peruano

Miles de corazones retumban al ritmo de bombos, matracas, cascabeles y guapeos. Los nervios se estremecen al desplegar sus pasos. No importan el Sol, los pesados trajes, la sed o el desgaste de la fuerza. La algarabía del público y las ganas de sentirse vivos son más fuertes y fortalecen a los danzantes. Como pasó en la Plaza de Armas de Lima, el último domingo de enero, por la Festividad de la 'Mamita Canticha', y se vive, en estos días, en Puno.

El ingreso al cielo no es sencillo. Ningún detalle se olvida el día más esperado en la vida de los danzantes. El maquillaje, que enaltece la belleza de las mujeres y la estética de los varones, la preparación física y la técnica coreográfica, que se depura todo el año, en ensayos arduos y exigentes, y el vestuario, que representa el cumplimiento de las promesas a la Virgen, son algunas de las preocupaciones de las comparsas.

Por ejemplo, el atuendo con el que se baila, casi siempre de estreno, destaca por el empeño, cultural y económico, su expresión artística e iconografía que diferencie y defina a cada agrupación. Aunque algunas veces es donado, generalmente son los danzantes los que se encargan de conseguirlo, para lo cual invierten hasta lo que no tienen.

Solo así se puede bailar en la Fiesta de la Candelaria. Luego, esta te recompensa. En Lima generalmente, como ocurrió el domingo, los pasacalles continúan y terminan en la Central Puno, al sur de la capital. Ahí, hasta el día siguiente, los entusiastas despidieron (y envidiaron) a los privilegiados que viajaron para bailar a los pies de la Virgen en Puno. Los danzantes esperan la Candelaria como Penélope a Odiseo.

Pasacalle en Puno (2012).

PUNO FESTIVO
Aunque en Puno el calendario festivo es extenso (se baila todo el año), se tiene mayor regocijo en febrero. Durante ese mes retornan al Altiplano los paisanos que emigraron a otras regiones y se posibilita la cohesión social, entre pobladores y visitantes, como los miles de danzantes que llegan de todo el Perú y del extranjero.

La festividad comprende varias actividades religiosas, que combinan los procesos de evangelización católica y las creencias prehispánicas. Todo se inicia con un periodo de preparación llamado la novena, desde enero, en el que se ofician misas y se realiza una antigua ceremonia de purificación. Después, la fiesta tiene dos etapas acordes a cómo se agrupan las danzas que se bailan en Candelaria: las autóctonas y las de luces, en cada una de las cuales se realiza un concurso.

La primera etapa es en agradecimiento a la madre tierra, y se vivió este año el domingo 31 de enero, paralela a la fiesta en Lima. Fue el momento de los habitantes del campo y sus danzas que reflejan la convivencia del hombre con la naturaleza.

Luego es tiempo de la fuerza y la sensualidad de las danzas de luces, que se lucirán este domingo. Su participación tiene dos etapas: el concurso, en el estadio Enrique Torres Belón, y, al día siguiente, en un recorrido de largo aliento, por las principales calles de la ciudad, cuyo momento de más intensidad se alcanza al danzar frente al santuario de la Virgen, donde es común ver llegar bailarines de rodillas y con lágrimas.

Para ello, cada conjunto contrata a sus propias bandas de músicos que acompañen su presentación. Las agrupaciones más numerosas cuentan hasta con cinco bandas de 120 integrantes cada una, aproximadamente. Debido a su importancia, las bandas tienen un día especial en la fiesta, así como la parada de sikuris y la premiación a las comparsas ganadoras de los concursos.

Ante la Virgen llegan a bailar propios y ajenos, diablos y ángeles, autoridades y pobladores, creyentes y ateos capaces de mover la fe de toda una región y paralizar el Altiplano. Todos, finalizado febrero y sedientos de más fiesta, lo único que desearán, durante el resto del año, es que vuelva ese mes, como el oficinista sin vocación que se resigna a que llegue el lunes porque sin ese día jamás será viernes.

¡Llegó la banda! Pasacalle en Puno (2012).

HISTORIA
Si bien no se tienen datos exactos sobre la fecha de inicio de la festividad, hay noticias sobre la fiesta desde 1912, con comparsas en las calles, según Juan Palao, etnohistoriador (según cita esta tesis sobre la Festividad). Sin embargo es desde 1964 cuando la Federación de Folclore de Puno comenzó a organizar, bajo la forma actual, los concursos de danzas. No obstante, desde mucho antes ya existían grupos como los Sikuris del Barrio Mañazo, con más de 120 años de afirmación de identidad cultural.

[Parte de este texto se publicó en Variedades, de El Peruano, el viernes 05 de febrero de 2016, página 7. Acá en Scribd].
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